Con el uso de los pesticidas y sus malas prácticas en parques, bosques y hogares, afectan a nuestra salud, como la salud de los ríos y las abejas.
Alrededor del 75 % de los cultivos mundiales que producen frutos y semillas para el consumo humano dependen de los polinizadores, como el cacao, el café, las almendras y las cerezas.
El contacto con los pesticidas ocurre de muchas maneras y afecta a las personas de diferentes maneras, desde una exposición a corto plazo (nauseas y dolores de cabeza), hasta una situación extrema de exposición que puede tener como resultado la hospitalización, causando problemas de salud graves, problemas en el embarazo, problema cerebral en los niños, cáncer u otros efectos adversos según la exposición.
El uso de pesticidas es una práctica común en la industria agrícola para erradicar plagas y los efectos en las Abejas son nocivos.
Las abejas de acuerdo con estimaciones globales sus poblaciones se encuentran en declive y en peligro.
Las abejas exhiben hipersensibilidad a la mayoría de diferentes pesticidas (especialmente insecticidas).
Además, padecen diferentes alteraciones fisiológicas a nivel del sistema nervioso, respecto a su ciclo reproductivo e inmunosupresión. En conclusión, existe evidencia respecto a los efectos tóxicos de los pesticidas que alteran colateralmente las cosechas, específicamente en el proceso de polinización mediada por abejas.
Las abejas son los mayores polinizadores de muchas plantas silvestres y monocultivos (Kremen et al., 2002).
Por lo tanto, su nicho es fundamental para la productividad agrícola mundial y es evidente que las alteraciones en sus poblaciones podrían derivar en significativas pérdidas económicas (Garibaldi et al., 2013; Cutler et al., 2014).
La situación actual de las abejas es preocupante, debido a que el censo poblacional ha disminuido drásticamente por el uso extensivo de pesticidas y agroquímicos en monocultivos tecnificados que buscan potenciar el rendimiento de la producción (Goulson et al., 2015; KovácsHostyánszki et al., 2017).
En Estados Unidos, el número de colonias se ha reducido en un 45%, de tal modo que se estimó un descenso de 42 millones a 24 millones de colmenas de abejas en el transcurso de 60 años (Johnson et al., 2010).
Los pesticidas alteran los mecanismos de respuesta inmune en las abejas (Chauzat et al., 2009; Sánchez-Bayo et al., 2016) El imidacroprid tiene como efecto adverso la supresión del sistema inmune, aumentando la incidencia del patógeno microsporidío Nosema ceranae en el intestino medio de la abeja. Dicha infección causa desnutrición, lo que conlleva a la abeja a un déficit energético, debilitamiento e incluso puede producir muertes prematuras (Alaux et al., 2010).
Investigaciones concluyeron que es probable que el efecto combinado de diferentes pesticidas y otros productos químicos sea mayor que la suma de los efectos de cada uno.
Estas “interacciones entre múltiples agroquímicos aumentan significativamente la mortalidad de las abejas”, señaló Harry Siviter, coautor del estudio, de la Universidad de Texas.
“Si no se aborda esta cuestión y se sigue exponiendo a las abejas a múltiples factores de estrés antropogénicos dentro de la agricultura, se producirá un descenso continuado de las abejas y de sus servicios de polinización, en detrimento de la salud humana y del ecosistema”, concluye el estudio.