Lo que ocurre es que una obra maestra nos despierta reacciones de índole espiritual ya que están en nosotros, esperando s solo que sean estimuladas.
Cuando escuchamos una música de Beethoven nos exporta “Ser Nobles”, “Compasivos”, “Fuertes”, el compositor despierta ideas Morales que ya residen en nosotros. Si música no puede persuadir; hace evidente. No da forma a nuestra conducta; es solo el ejemplo de una manera particular de mirar la vida. Un concierto no es un sermón, sino una realización, una reencarnación de una serie de ideas implícitas en la obra de arte.
Las simples verdad es que nuestras salas de conciertos han Sido convertidas en museos musicales, museos auditorios de la índole más limitada. Nuestra era musical está enferma en ese sentido; nuestros compositores son inválidos que existen al borde de la sociedad musical, y nuestros oyentes se hallan empobrecidos por la inexorable repetición de las mismas obras firmadas por un puñado de nombres santificados con cadenas de oro.
En fin también debemos mencionar que en gustos no hay nada escrito.